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Como escritora no sé si soy más madura, pero sí más cínica: Cecilia Magaña

Entrevista con la  ganadora del Gilberto Owen por La cabeza decapitada

Por Alejandro Pardo

Mientras deambulaba en una librería,  Todos los ruidos del mundo llamó de inmediato mi atención. En el prólogo, una frase de Gabriela Torres que dice “leer es o tendría que ser una noche de tormenta, en la que después de un breve silencio, llega el relámpago”, me cautivó.

La portada en tonos sepia me atrapó y transportó súbitamente a pensar en los sonidos del caos citadino, en los ruidos que inmersos en nuestra cabeza, nos transportan a un mundo que niega el aquí y el ahora y también, a la curiosidad que tenemos por escuchar. Este, era el último libro de la escritora Cecilia Magaña.

Al investigar más sobre ella, me encontré con una mujer de expresión amable. Ante sus grandes ojos color marrón, se imponen unas pestañas que largas y soñadoras brillan en conjunto con la mirada que atesoran. Su sonrisa que abre de par en par, delata a un ser lleno de bondad. Su atuendo está en armonía con la sencillez que como persona la distingue.

Al ver algunos de sus videos, observé que de su boca emanaba una retórica pausada, con palabras perfectamente pronunciadas. Escucharla es fácil pues con sus atributos, logra crear rápidamente una atmosfera de confianza y atención en tan sólo unos segundos.

Al entrevistarla, Cecilia Magaña Chávez me dijo que en su familia el contar historias ha sido de mucha importancia. Su abuelo contaba anécdotas, para ello armó un álbum con el árbol genealógico de la familia y lo usaba para revelar los chismes de cada integrante al pasar las hojas. Sus tías contaban historias de fantasmas, su mamá aventuras y su papá, que leía todo el tiempo, les contaba a veces sobre lo que leía. El cine también era común en su casa pero, como hacer cine estaba lejos de sus posibilidades, escribir se convirtió en un pasatiempo muy significativo, pues podía imaginar cualquier historia y darle sentido con tan sólo papel y lápiz. Con ello lograba viajar en su cabeza y vivir las aventuras de sus personajes como si fueran suyas. De pequeña, la autora también llegó fantasear con ser doctora, arquitecta, actriz y en más de una etapa escritora.

Aunque nacida en la ciudad de México, desde niña radica en Guadalajara. Cuando llegó el momento de elegir una carrera, decidió que quería estudiar Letras en la UNAM pero dada la preocupación de su padre a que su hija de ideas rojillas fuera a estudiar a la Ciudad de México, Cecilia terminó estudiando psicología en la UNIVA de Guadalajara, hecho que le dotaría de una gran capacidad para detallar a sus personajes. Actualmente da clases de arte en secundaria e imparte el diplomado en narrativa: cuento y novela en la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV) en Guadalajara.

Cecilia Magaña, ganadora del Premio Gilberto Owen

Cecilia Magaña, ganadora del Premio Gilberto Owen

Ganó el premio Gilberto Owen en 2010 con su primer libro de cuentos La cabeza decapitada y en 2013 el Premio Bellas Artes “Juan Rulfo” a la primera novela, con Principio de certidumbre. Al preguntarle si se siente más madura como escritora, Cecilia respondió: “no sé si más madura, pero seguro más cínica”. Si bien se siente muy orgullosa de todas sus obras, la primera (La cabeza decapitada) es hasta ahora el fruto más jugoso de su esfuerzo, pues ya va por la segunda edición. Además, fue el parteaguas en su vida profesional, ya que entonces decidió que la escritura sería su oficio.

En su segundo libro publicado, Silenciosa y sutil, Cecilia, hace uso de un gran bagaje psicológico. Los cuentos de este libro tocan el tema de la locura silenciosa, de la que añade que “es nuestra locura de todos los días, que no hace que nos lleven a ningún psiquiátrico, que todavía nos permite funcionar entre los otros pero es, de alguna forma, locura”.

El título, surgió a partir de una cita de Melville en Moby Dick: “La locura humana es a menudo una cosa astuta y felina. Cuando se piensa que ha huido, quizá no ha hecho sino transfigurarse en alguna forma silenciosa y más sutil”.

A su vez, la novela Principio de incertidumbre le llevó a ganar el premio a primera novela Juan Rulfo. En ella hace un homenaje al género policiaco, trata de una especie de investigación, en la cual, luego de la muerte por suicidio de su hermano, el protagonista hace una investigación a fin de descubrir cuál fue la causa de esta decisión. La historia también tiene que ver con física cuántica y con las ficciones que nos armamos para lidiar con las pérdidas. La idea surgió a partir de la historia de un físico cuántico llamado Hugh Everett cuya hija esquizofrénica se suicidó diciendo que iba a alcanzar a su padre en otro universo.

Así también, fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA para el proyecto Old West Kafka, sobre lo que comentó: “Fue una experiencia increíble. La novela parecía un capricho, un proyecto loco: escribir un western en el que los personajes pertenecieran al imaginario de Kafka; personajes de sus cuentos y novelas así como hombres y mujeres de su vida personal, deambulan por un pueblo en donde Gregorio Samsa (que no es un escarabajo, sino un traficante de opio) ha desaparecido. Con ella descubrí que vale la pena ir tras esos caprichos, después de todo, el viejo Oeste es una representación de esa sociedad cuyas leyes no siempre estaban escritas, un medio hostil, desde lo geográfico hasta lo social, un espacio donde el hombre tenía que luchar por hacerse de un lugar y vivir con la posibilidad de que podía perderlo en cualquier momento, ¿a poco no es literalmente kafkiano?”

Al preguntarle a la autora de Todos los ruidos del mundo, su más reciente libro, si algún sonido ha marcado especialmente su vida, confesó ser perseguida desde pequeña por la alarma del despertador. “Cuando era niña quería ver el amanecer y ponía la alarma, según yo, para despertar y ver salir el sol. En más de una ocasión desperté para ver a mi madre vuelta loca tratando de apagar la alarma porque yo no la escuchaba y la pobre se despertaba a las cinco de la mañana o más temprano, gracias a mi alarma. Hoy día, la alarma me sigue persiguiendo: siempre término corriendo, saliendo tarde, necesitando recordatorios de pendientes. No es ya el sueño del amanecer, sino la realidad llamando a la puerta: despierta, aquí están todos tus pendientes. Es horrible”, enfatizó.

La cabeza decapitada (Arlequín), de Cecilia Magaña

Luego de leer Todos los ruidos del mundo, pregunté a la autora como fue que surgió uno de sus personajes a quien le adjudicó el bonito nombre de Anya. A lo que respondió: durante años he dado clases de arte en secundaria, y he podido observar a la nueva generación, sus angustias y sus intereses que siguen siendo los mismos de siempre pero se expresan a través de otros medios, como las redes. Así que tomé algunas cosas de chicas que fueron alumnas mías.

La noticia de una mujer joven hallada muerta en un parque de Guadalajara, después de que ahí se diera una función nocturna de cine, me impactó mucho. La encontraron cubierta con la colcha que llevó para ver la película; siempre me pregunté cómo sería su hallazgo. Finalmente, lo que su padre le dice para sobrellevar el bullying y su impresión del padre es mía. Mi papá me decía eso cuando alguien se peleaba conmigo en la escuela o me quejaba de lo que me hubiera dicho alguna persona. ¿Por qué no le das con un palo en la cabeza? Era una broma, y me hacía reír mucho. Lo decía muy serio, pero luego acompañaba la frase de un gesto: arrugaba la nariz y yo sabía que no, que claro que no era una invitación a que le cayera a golpes a otras chicas, sino a que no me lo tomara tan en serio. Anya, por el contrario, se lo toma en serio. Y su padre ya no está como para hacerla reír y aliviarle un poco el día.

En el proceso creativo de la escritora, la música es un recurso muy importante. Para escribir sus proyectos, crea una especie de soundtrack pues esto le ayuda a concentrarse y ante las dificultades de terminar en una sola sesión, le sirve para volver al punto en el que se quedó. “Escucho la música y me sintonizo de nuevo con la historia y con los personajes” y añade que “el estar atento a lo que te rodea es parte de ser escritor: todo puede guardar una historia”.

Confiesa que en todos sus personajes “hay algo mío, sean hombres o mujeres, vaqueros o asesinos, necrófilos o santos. Mis miedos y fantasías están ahí, en cada uno de ellos, y para darles vida les presto algo mío o de alguien muy cercano”.

Inmediatamente aclara que esto “no quiere decir que vaya por ahí pensando en matar gente o deseando ser pistolera o fantaseando con cadáveres para trascender la muerte a través del erotismo. Nada de eso: si en algo creo es en esa posibilidad de vivir muchas vidas a través de lo que escribo. Sería aburrido que mis personajes llevaran mi vida; al menos para mí. Yo les regalo un detalle, alguna maña, algún defecto, un recuerdo que me pertenece a mí, y ellos a cambio me regalan una vida que es muy distinta a la mía”.

Tan generosa como siempre, Cecilia comparte un poco de su creación actual: “Lo que estoy escribiendo ahora lo detonó un programa de televisión donde vi a un niño que coleccionaba ventiladores: me pareció fascinante que un pequeño tuviera esa obsesión en particular. Decidí que tenía que escribir algo con eso”.

Al preguntarle si cree que el oficio de escritor peligre en el futuro, responde claramente y de manera negativa: “el oficio de escritor no peligra en absoluto, sino que sólo son los formatos los que han ido cambiando. La escritura como oficio no morirá. Es parte del género humano: nos contábamos historias en torno a las fogatas en la caverna; nos seguiremos contando historias así quede uno solo mirando la nada. Algo se contará en su interior”.

Ser escritor puede a veces complicarse, por ello, ante la frustración, su pareja, el también escritor Javier Rizzo y su maestro desde hace varios años, el literato Mario Heredia, le estimulan y ayudan a seguir. Fungen para ella como una especie de brújula. Para concluir, estoy seguro de que quienes lean a Cecilia Magaña, quedarán cautivados por el relámpago de sus letras. Y que si su padre presenciara a la ahora escritora, estaría profundamente orgulloso de ver lo bien que le ha dado de palos a la vida y se ha convertido en una gran escritora y persona.

“La sensatez está siempre en manos de las mujeres”: Xavier Velasco

Por Verónica Méndez Jiménez

“No me importa si la gente vivió en esa época o no. ¡Me importa un pepino! Los ochentas son muy puros, ingenuos. Para mí, los 80´s duraron 12 años, le añadí dos”, afirma emocionado y sonriente el escritor Xavier Velasco, durante la presentación de su nuevo libro: Los años sabandijas, publicado por Grupo Planeta, en la pasada Feria del Libro del Palacio de Minería.

Llega más de 30 minutos tarde… con su look relajado, pantalón negro y camisa de lino blanca suelta, haciendo juego con su pelo alborotado. Una chica corre hasta la mesa de libros dispuesta para la venta dentro del Salón de Actos programado para el autor.

Xavier Velasco. Foto: Milenio Diario

—¡Dame un libro!, le dice al vendedor. Éste, contrariado y sin entender, la mira asombrado.

—¡Dame un libro!, insiste la muchacha.

El vendedor por la prisa, más que por la razón, extiende un libro y ella, al tiempo que lo recibe, rápidamente rompe la envoltura y lo saca. Es para el autor, Xavier Velasco, quien apenado por su tardanza, y haciendo responsable al tráfico de la ciudad, comienza la lectura de su libro en una hoja que abre al azar.

“Son los años 80’s. Donde hay filas de dos cuadras y media para hacer cola en el McDonalds del Pedregal. Donde llega MTV y nuestros ídolos se comienzan a mover a través de los videos”.

“Me pidieron una crónica, ¿pero yo para qué escribo una crónica? Me di cuenta de que si era histórica, tenía que sumergirme en periódicos. ¡No, dije, yo soy novelista, no puedo hacer eso! Se me ocurrió ponerle ochenteada.

“Lo que quiero hacer es contar la historia de un par de malandros que quieren ir a un concierto de Sting con dinero robado y, ¡van!, señala enfático el escritor. ¡Ahí empieza la historia!, añade risueño.

Lejos de él, están aquellas presentaciones de tres o cuatro panelistas que solían acompañar a los autores cada vez que presentaban un libro. Xavier Velasco no necesita esas prácticas antiguas. Él sube solo y presenta su libro sin mayor ornamento. Aunque debemos señalar que tiene una pésima dicción. ¡No se le entiende casi nada! Y agitado como se encontraba por la tardanza, la situación empeoró. Sin embargo, ajeno a cualquier crítica, Xavier continúa narrado.

“Tengo un rato de no escribir. Uno se mete en la historia y, ¡la vida real ya no le importa! Soy muy celoso cuando estoy escribiendo. Siempre he sido un tipo solitario, pero ahora no me molesta que mi mujer baje y me dé un beso en la mejilla. La presencia de una mujer en mi vida me ha hecho más disciplinado. Este libro significa poner a prueba lo que quiero. De que no tengo que vivir como rata amargada”.

En efecto, Xavier Velasco está enamorado y continuamente señala la imagen femenina como parte fundamental en la vida. Por eso, hace uso de varios personajes de mujeres que en esta ocasión utilizan las cartas para expresarse a través de su obra.

“Paso mucho, mucho tiempo, poniéndoles nombre a mis personajes y, ¡lo disfruto mucho!”, confirma. Sin embargo, no todo es simple en la vida de este hombre; prueba de ello es la anécdota que relata a continuación:

“Un día, el director de cine Carlos Reygadas (creador de Japón, Luz Silenciosa y Post Tenebras Lux), me llamó y me propuso actuar en una de sus películas. ¡Me quería de protagonista!”, confiesa entusiasmado.

“Yo siempre he creído que un escritor debe ser un tipo intrépido, aventurero, así que acepté. Lo primero que me preguntó fue: ¿Sabes montar a caballo? ¿Ordeñar vacas? ¿Ensillar caballos? Y de pronto, me empieza a llenar de deberes –aquí entre nos–, estaba produciendo menos (en la novela que escribía). Nos fuimos a grabar a Tlaxcala. Repetía y repetía las escenas cabalgando bajo la lluvia 17 veces; otra escena la grabamos 24 veces y yo sólo decía: Soy un fraude, esto no es cierto; ¡ya valió madres! Me di cuenta que ahí no me reía. Pensaba, este güey quiere que sea actor. Vuelvo a la Ciudad de México con un gripón y digo: ¡No quiero regresar!”

Y su deseo se torna realidad. El director, al ver su falta de compromiso, cortésmente le quita el protagónico y lo devuelve a lo que él mismo reconoce, es su misión en la vida: escribir.

“En todos los descansos de las grabaciones –comparte gustoso–, corría a refugiarme a escribir. ¡Yo –asegura convencido–, lo engañaba con mi novela! Lo único que realmente me posee es la historia: ¡Los años sabandijas!”

Transcurren casi 50 minutos entre anécdotas y risas hasta que llega a una de sus mejores conclusiones: “La sensatez está siempre en manos de las mujeres. El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña”.

Velasco en una lectura de su novela. Foto: Revista Literaria Monolito

Se gana inmediatamente la aceptación del público y el recinto se llena de aplausos.

Está por concluir el evento y trato de obtener algunas declaraciones exclusivas.

—¿Es usted el escritor de moda?

—“No, yo no quiero ser el escritor de moda. Con ser escritor es más que suficiente”, señala entre risas.

—¿Pero, cuál es el éxito de sus libros? Antes no era así. ¿A qué se debe toda esta fama; antes no la tenía y ahora sí? ¿Qué es lo que quiere decirle a la gente?

—No sé…, –responde pensativo (se lleva las manos a la cabeza y entrelaza los dedos en su pelo) . No sé…, –continúa pensando–. ¡Sabes qué, ahorita no te puedo responder! Me duele mucho la cabeza y te voy a decir puras tonterías.

Lo miro y pienso: ¿Y acaso, no son puras tonterías lo que escribe?

Me siento decepcionada, me doy cuenta de que ese escritor, aunque tenga cifras de más de 250 mil copias vendidas del libro que le llevó a ganar el Premio Alfaguara de Novela en 2003, con su Diablo guardián, no es un hombre muy culto.

Y me pregunto: ¿A caso no se estudia para ser escritor? ¿Ya cualquiera puede escribir un libro? ¿Qué pasa con la literatura? ¿Ahora a la gente le gustan textos simples, triviales y si añado tontos, ya estoy yéndome del lado del prejuicio? ¿Cuál es el verdadero valor de las letras? ¿Qué derecho tengo yo de escribir unas notas sobre este autor y despedazarlo?

El futuro que sí llegó para Erick Meyenberg

Por Ileana Rojas

“Siento que siempre hay un momento específico para un libro en particular… Esa primera vez no era el momento y no fluyó, no es un libro sencillo. La segunda vez que lo intenté en este estado de reposo absoluto, fluyó como agua (ocho meses). Es toda una tarea, una decisión de vida casi. Desde que empecé la primer frase no lo pude soltar hasta terminarlo y, de hecho fue tal la angustia de haberlo terminado, que no podía leer nada más… Hasta que dije lo tengo que volver a leer. Después, para la segunda vez hice un pequeño ritual y dije: Voy a leer la última página el día de la inauguración de la exposición. Lo fui espaciando hasta poder llegar al 8 de diciembre y así cerrar el ciclo. Dejé a Proust luego de dos años”, dijo Erick Meyenberg sobre su lectura de En busca del tiempo perdido.

Cerrando un ciclo, es así como da inicio Un futuro anterior, exposición del artista multimedia Erick Meyenberg, que se exhibe de diciembre 2016 a marzo 2017, en el Laboratorio Arte Alameda (Doctor Mora 7, Centro Histórico, CDMX).

El artista multimedia Erick Meyenberg.

El artista multimedia Erick Meyenberg.

El recinto fue intervenido para montar múltiples instalaciones con video y sonido, haciéndolo una extensión de las memorias y la producción de obra del artista. Cada pieza en la exposición conforma un diálogo que envuelve al espectador en la obra que retrata un año de la vida de Meyenberg.

La impronta que la literatura, especialmente Proust, deja sobre esta exposición es innegable. Las once obras que la componen son momentos “proustianos” que hacen reminiscencia a la memoria de Meyenberg, sin dejar el lado íntimo del artista con el deseo de que el espectador se identifique y encuentre una reflexión propia entre el tiempo, memoria y la vida.

Es a través de las piezas que componen Un futuro anterior que el espectador queda expuesto a las relaciones entre historia y naturaleza y lo que resulta de ello con una reformulación del paisaje, la relación entre el tiempo y la vida, y la tensión entre la memoria y el cuerpo en el punto de desvanecimiento. El artista entreteje las piezas de toda la exposición con su última obra titulada “Mañana estaba aún más lejos”, un video sin edición que muestra consecutivas todas las fotografías tomadas por Meyenberg durante un año, mostrando al espectador un mapa de su obra. Todas esas fotos fueron un futuro anterior pero es por medio de la exposición que el futuro sí llegó a la vida de Meyenberg.

«Patria o Muerte» o Venezuela convertida en sala de espera

Por Aura Espitia

“Todavía no lo sé bien, no lo tengo claro. Supongo que es la mejor forma que conozco para organizar mi curiosidad y mi pensamiento frente a la realidad, frente a los demás, frente a todo”, contestó Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela Patria o Muerte, publicada por Tusquets, que narra los dos últimos años del mandato de Hugo Chávez.

El pasado jueves 3 de marzo, se presentó el libro ganador al premio de novela de la editorial Tusquets 2015, en el foro del Centro Cultural Bella Época, de la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica.

La novela de Alberto Barrera Tyszka busca retratar a los venezolanos que están debatiendo sus historias mínimas durante el periodo de enfermedad de Hugo Chávez, presidente de Venezuela de 1999 a 2013. No obstante, la referencia histórica, el libro detiene su mirada sobre las personas comunes y corrientes y no sobre personajes célebres.

Así, Patria o Muerte busca reflejar cómo es que Venezuela, en palabras su autor, fue convertida en una gran sala de espera. “Sin importar si fueras chavista o antichavista, todos estaban a la expectativa de qué iba a pasar con Chávez y el país mismo”.

Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela "Patria o Muerte"

Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela «Patria o Muerte»

El día de la presentación, Barrera Tyszka se presentó en el auditorio con un pequeño retraso. Vestía en distintos tonos de azul, desde el pantalón de mezclilla hasta la camisa, con suéter y saco encima. Portaba lentes ligeros, su cabello es canoso, cuidadosamente despeinado, con una casualidad que se me antojó un poco forzada. La imagen correcta del escritor de 56 años.

La plática de Alberto Barrera es sencilla, fluida y nada pretenciosa, sus comentarios son divertidos y no parece tomarse muy en serio su propia novela, creo que aún no se ha subido al carro del ego desbordado.

La experiencia de este escritor venezolano es variopinta: escribe telenovelas, cuentos, además realizó en coautoría una biografía de Hugo Chávez. Con anterioridad al premio, ya había publicado cuento y novela. No es un novato.

Cuando decidí asistir a la presentación del libro de Barrera Tyszka, no había oído hablar de este autor, pero Tusquets es una editorial que conozco y respeto, y sus libros suelen estar bien narrados, así que decidí investigar.

El evento estuvo repleto de venezolanos, en su mayoría antichavistas. Al final de la presentación, las preguntas fueron más reafirmaciones de posturas propias que dudas o comentarios sobre la novela. Barrera Tyska, sorprendentemente, logró mantenerse neutral en todos sus comentarios sobre Chávez e incluso se mostró intrigado o fascinado a ratos, pero nunca chavista o antichavista.

Los comentarios fueron de Rafael Rojas, premio Anagrama 2006 y Karina Rodríguez, columnista de la revista Instyle, y un representante de la editorial.

Tenía una serie de preguntas para el autor, sobre su persona y su proceso como escritor, porque ningún proceso creativo y ningún artista son un hecho aislado. En este caso, Patria o muerte es un libro pensado en un contexto histórico reciente, de un país que cambió radicalmente en los últimos 17 años, oficialmente, y más de 20 si pensamos en todo el chavismo. Por ello, para mí era importante indagar desde dónde se escribió, físicamente, porque al hablar de la cotidianidad de un país o de sus ciudadanos, hace mucha diferencia si se vive en el país o si sólo se infiere por relatos de terceros.

Al final, solicité una entrevista con el autor que, por estar autografiando sus libro, me pidió que le mandara las preguntas por correo electrónico.

—¿Por qué escribe?

—Todavía no lo sé bien, no lo tengo claro. Supongo que es la mejor forma que conozco para organizar mi curiosidad y mi pensamiento frente a la realidad, frente a los demás, frente a todo.

—Para este libro, ¿realizó una investigación larga o exhaustiva?

—Para escribir Patria o Muerte sí realicé una investigación seria, tratando de lograr el mayor rigor posible, para usarla como telón de fondo de la novela: el registro de qué había dicho y cómo había vivido mesiánicamente su enfermedad el presidente Hugo Chávez.

—¿Hasta dónde es ficción y hasta dónde es no ficción?

—El libro parte de un hecho real y lo utiliza como contexto, pero todo o casi todo de lo que ocurre en la novela es ficción. En ese sentido, creo que se trata de una obra de ficción, situada en un marco histórico real. Pero sin duda es una novela.

—Durante el chavismo, pero sobre todo en el periodo que trata la novela, ¿dónde radicaba usted?

—En Venezuela. Casi todo ese tiempo estuve en Caracas.

—¿Nos podría recomendar algún escritor contemporáneo que haya leído hace poco?

—Vengo de leer treslibros excelentes de tres escritores latinoamericanos: Las tierras arrasadas, del mexicano Emiliano Monge; Milagro en Haití, del chileno Rafael Gumucio y El espectáculo del tiempo, del argentino Juan José Becerra.

—¿Nos podría mencionar algún libro o autor que para usted sea fundamental leer?

El Quijote, de Cervantes.

 

La balada de Genesis y Lady Jaye

  • La Cineteca Nacional trae a México el primer largometraje de la documentalista Marie Losier, en colaboración con Ambulante Gira de Documentales y Distrital

Por Jorge Luis Berdeja

Todo un acontecimiento en la ciudad de México es el estreno de una película extraña, La balada de Genesis y Lady Jaye (Estados Unidos, 2011), primer largometraje de la documentalista francesa radicada en Estados Unidos Marie Losier.

Esta verdadera joya narra la aventura del artista de performance y de la escena punk e industrial de los años 70-80 Genesis Breyer P-Orridge, fundador de míticos grupos underground como COUM Transmissions (1969-1976), Throbbing Gristle (1975-1981) y Psychic TV (de 1981 a la fecha), entre otros.

También en el documental aparece Lady Jaye, esposa y cómplice artística de Genesis P-Orridge, su alter ego femenino y siamesa visual, dado que el  músico asumió en algún momento de su carrera la identidad femenina.

Losier conoció a Genesis por “accidente”, cuando en una inauguración “le pisé un pie”. Dos semanas después, la cineasta visitó al legendario músico en su casa y, después de un breve interrogatorio, Lady Jaye exclamó: “¡Eres tu, eres tú¡”, yo pregunté: “¿Yo, qué?”, y ella dijo: “¡Tú puedes venir y filmarnos!” Así comenzó “una larga relación de amistad y trabajo que duraría los siguientes siete años”.

Con una cámara Bolex de 16 milímetros (cada rollo de película dura de 3 a 4 minutos), Losier se dedicó a documentar la fusión amorosa y creativa de ambos personajes, incluso de las cirugías plásticas a las que se sometieron para ser más parecidos, proceso al que llamaron “pandroginia” (pandrogyne).

Por qué es importante este documental, en primer lugar por el profundo respeto –la documentalista lo llama simplemente “amor”– mostrado a sus biografiados, sin caer en alegatos morbosos o lacrimógenos; también porque aprovecha el método de (re)cortes (cut-up) o collage que Genesis utilizó en sus distintos procesos creativos, y que la cineasta usó también para editar la película.

La balada de Genesis… ¿es una cinta de rock? Sí y no. Más bien el soudtrack recoge las quince pistas de los distintos proyectos musicales de Genesis que más le gustan a Losier, “sólo hay dos rolas industriales”, dijo. Es un manifiesto artístico en sí misma, es una lucha encarnizada porque no se pierda la memoria de la vida de un creador y de su compañera de vida, “también es una gran historia de amor”.

Losier recordó en la premiere de su película que Genesis P-Orridge fue un artista muy incómodo “que fue expulsado de Reino Unido, y no se le permitió regresar hasta hace muy poco tiempo”. La prensa de su país lo atacó brutalmente y lo llamó “monstruo sexual” o “hombre tampón”, por su travestismo y porque se atrevió a intervenir fotos de la Reina con falos y huevos; el Consejo de Artes de su país le dio una beca de producción artística, pero después se arrepintió públicamente diciendo “nos equivocamos”.

Ahora la galería Tate de Londres ha comprado el archivo de Genesis en una gran suma de dinero. Se editan sus poemas y libros de arte sobre su obra y vida. El músico sigue dando conciertos y exhibiendo en galerías.

Padre de dos hijas, músico avant-garde, poeta y cantante, Genesis P-Orridge fue amigo del escritor beat William S. Burroughs (1914-1997) y del pintor, escritor y músico londinense Brion Gysin (1916-1986), al que reconoce como “mi mentor”; y una vez que conoció a su doble femenino en un calabozo de Nueva York, se dedicó a crear y a ser “diferente, diferente, diferente”.

Además de La balada de Genesis…, su primer largometraje, Losier ha realizado 15 cortos en los que explora la vida de músicos y compositores como Guy Maddin, Richard Foreman, Tony Conrad y Mike y George Kuchar. Su trabajo se ha exhibido en el MOMA de Nueva York, la Cinemateca Francesa, la Fundación Cartier. Además se desempeña como programadora de filmes experimentales en The Robert Beck Memorial Cinema (Brooklyn, Nueva York).

La balada de Genesis y Lady Jaye se presentará del 8 al 2 de julio, en The Movie Company (San Jerónimo), en la Sala Moliere del IFAL, del 12 al 16 de junio, el CCU Tlatelolco el domingo 10 y del 15 al 17 de junio, entre otras salas. Para consultar fechas y horarios: www.cinetecanacional.net