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Guerra en Titisú

Por Paulina H. Vargas

“Mis papás siempre me dijeron que estudiara algo que me gustara para que nunca me aburriera o nunca me fastidiara de trabajar…”

Pasaba un poco más del medio día cuando Miriam Guerra se sentó a la mesa conmigo para comenzar esta entrevista. Vestida de jeans y una blusa ligera se mostró afable desde el principio y pronta a las respuestas, sus enormes ojos verdes mostraban entusiasmo al comenzar a hablar de su profesión.

Actriz egresada de la Universidad Nacional está orgullosa de dedicarse sobre todo al teatro infantil y juvenil. “Es lo mío po que creo que está muy descuidado este sector aquí en México, de repente se hace como recurso, como si fuera fácil o un medio para ganar dinero rápido montando obras muy mal hechas con gente que no se dedica a esto profesionalmente o que agarran chavitos de prepa como si fuera cualquier cosa”. Convencida de lograr teatro de calidad insistió en “que se haga teatro profesional para ellos”.

Pero ¿de qué manera comenzó esta joven actriz de 26 años? Preparatoriana en su adolescencia, tenía derecho a pase reglamentario de la UNAM y fue justo el día de la elección escrita “en el momento del pase automático, cuando me dieron la hoja de elección de la carrera, yo había hecho más bien área de biología, pero a la hora escribir medicina dije no, lo mío es el teatro y eso fue lo que escribí”. Desde entonces sus años de formación transcurrieron en la Facultad e Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria.

Relata que esa decisión la tomó recordando a sus padres, quienes siempre le insistían en no dedicarse a algo que no le gustara y cuando les contó lo que había hecho la aplaudieron y la apoyaron, sin embargo, nos cuenta que un tío le hizo cuestionamientos y críticas: «¿de qué vas a vivir?», a lo que ella valiente respondió: “de mi trabajo” y puso punto final y oídos sordos a esa conversación. Diez años después yo le pregunto nuevamente: ¿se puede vivir del teatro, da un salario digno? Y ella con una sonrisa contesta: “por supuesto que se puede vivir del teatro, tiene ventajas y desventajas por un lado es autogestivo y por el otro te contratan y te pagan tres meses después, tienes que saber administrarte pero nada más”.

–¿Y cuándo Miriam Guerra no está en función?

–Me dedico a los museos en los departamentos de comunicación educativa, contesta entre risas.

Desde hace seis años Miriam forma parte de la compañía de teatro infantil y juvenil Titisú que significa títere en griego y que tiene siete años de vida, actualmente tienen dos obras en cartelera El tigrecito salvador para preescolar y Caricaturas de trapo para primaria.

«Mercedes Miranda es la directora del grupo, una persona comprometida con los niños que usa sobretodo la técnica de teatro en luz negra”, nos dice.

–¿Caricaturas de trapo también tiene esta técnica?

Sí, son ocho números musicales entrelazados por sketches mudos que realizan los actores, algunos de ellos son La mexicana, La leyenda de los volcanes y El can-can Charlie.

Se queda pensativa un momento y remata: “El teatro infantil es la onda porque en él se da mucha apertura a la interactividad y los niños te preguntan durante la función”.

De acuerdo con Miriam, hace falta poner atención en el tipo de funciones para este público pero también en la comunicación con los profesores que envían a los alumnos al teatro o que contratan obras: “A las personas encargadas de la educación me gustaría decirles que no manden al teatro por el teatro, antes deben ver a lo que están mandando a los chicos, porque a veces son obras de mala calidad y lo único que hacen es inyectar a los niños contra el teatro en lugar de inculcarles cultura”.

Agradecí la entrevista y la dejé en su oficina. Sus funciones de teatro son por contrato, la más reciente la tuvieron el pasado mes de mayo en Texcoco y pronto estarán preparando nuevas obras así que si a alguien le interesa pueden consultar la página de Internet de la compañía.

Historia de mi piel, de Niña Yhared

Por Jorge Luis Berdeja

La piel como lienzo, como un libro donde se escribe, se graba, se dibuja la historia de las horas, de las heridas y los fracasos, de las caricias y el placer… Historia de mi piel: pantalla lisa –y también plagada de accidentes– donde discurren imágenes públicas e íntimas, individuales y compartidas, del ser mujer…

Escenario inmejorable: una abandonada cárcel de mujeres, anexa a lo que ahora es el espléndido Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. La artista Niña Yhared (1814) concentró en una maquinaria escénica los fantasmas y demonios del ser femenino, a través del taller “El cuerpo del artista: sus límites y extensiones”, impartido en el Centro de Artes y Nuevas Tecnologías (Cante).

Contar la Historia de mi piel como reto y apuesta. Mezcla afortunada de varias artes, teniendo como principio rector al cuerpo –doliente, mancillado, encerrado, pero también activo y actuante, gozoso y rebelde…

Niña Yhared logra una gramática compleja, con sonidos de olas y cadenas, vidrios que estallan en la espiral del oído, susurros y gemidos ahogados, con metales aislados y bajos telúricos; una proyección de video que amplifica los golpes contra las rejas de la antigua prisión; una niña que juega con pelotas y frutas en las crujías ahora ausentes; un mujer robotizada que obedece órdenes que saltan desde una pared…

El performance es un recorrido que obliga al público –150 personas– a entrar en las crujías y ser, momentáneamente encerrado, gozoso encierro que permite observar –con y sin morbo– una mujer ensangrentada tirada en el suelo; ser enjaulado por instantes junto con proyecciones de aviones, zambullidas marinas y fugas con maleta en mano, para salir nuevamente y enfrentar el encierro doméstico de platos lavados con el pelo, a falta de estropajos, e invariablemente estrellados en el piso…

Al final, algunos espectadores se acercan a la artista y plasman en su piel sus inquietudes, para después purificar el cuerpo con leche que borra las consignas tatuadas: orgasmo, libertad, soledad, creatividad, calor, esperanza, lucha…

Historia de mi piel, explicó la artista visual Niña Yhared (1814), explora los cruces entre la acción en vivo con la creación de imágenes multimedia, y paisajes sonoros.

Este performance forma parte de la serie Bitácora Mujer en la que busca “hacer una metáfora  visual del concepto de la piel y el cuerpo femenino como síntesis de nuestra memoria corporal: de nuestra historia que se escribe día con día”.

La intención, agregó, “es crear una pieza que reúna cuerpo, arte y tecnología en un mismo espacio, por medio del video y las herramientas multimedia”. Historia de mi piel, escrita en las paredes de una vetusta cárcel de mujeres, logró traspasar fronteras y límites para llegar a establecer un vínculo con el espectador. Fue un híbrido que permitió un diálogo entre tecnología y arte vivo.

Participantes

Performance: Niña Yhared; Liz Nava Rodríguez; Aurora Omedes Ramos; Lizette Abraham; Diana Trejo; Alejandro Medina; Karla Janet Loredo; Arely Sierra; Jesús Castro Martínez y Ana Lilia Zúñiga (invitada).

Música: Julio del Toro; Iván Sánchez y Jesús Castro Martínez.

Producción: Ivhán Taxhas, Carlos Castillo y Claudio Delgado; Centro de Arte y Nuevas Tecnologías (Cante), del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario.

La balada de Genesis y Lady Jaye

  • La Cineteca Nacional trae a México el primer largometraje de la documentalista Marie Losier, en colaboración con Ambulante Gira de Documentales y Distrital

Por Jorge Luis Berdeja

Todo un acontecimiento en la ciudad de México es el estreno de una película extraña, La balada de Genesis y Lady Jaye (Estados Unidos, 2011), primer largometraje de la documentalista francesa radicada en Estados Unidos Marie Losier.

Esta verdadera joya narra la aventura del artista de performance y de la escena punk e industrial de los años 70-80 Genesis Breyer P-Orridge, fundador de míticos grupos underground como COUM Transmissions (1969-1976), Throbbing Gristle (1975-1981) y Psychic TV (de 1981 a la fecha), entre otros.

También en el documental aparece Lady Jaye, esposa y cómplice artística de Genesis P-Orridge, su alter ego femenino y siamesa visual, dado que el  músico asumió en algún momento de su carrera la identidad femenina.

Losier conoció a Genesis por “accidente”, cuando en una inauguración “le pisé un pie”. Dos semanas después, la cineasta visitó al legendario músico en su casa y, después de un breve interrogatorio, Lady Jaye exclamó: “¡Eres tu, eres tú¡”, yo pregunté: “¿Yo, qué?”, y ella dijo: “¡Tú puedes venir y filmarnos!” Así comenzó “una larga relación de amistad y trabajo que duraría los siguientes siete años”.

Con una cámara Bolex de 16 milímetros (cada rollo de película dura de 3 a 4 minutos), Losier se dedicó a documentar la fusión amorosa y creativa de ambos personajes, incluso de las cirugías plásticas a las que se sometieron para ser más parecidos, proceso al que llamaron “pandroginia” (pandrogyne).

Por qué es importante este documental, en primer lugar por el profundo respeto –la documentalista lo llama simplemente “amor”– mostrado a sus biografiados, sin caer en alegatos morbosos o lacrimógenos; también porque aprovecha el método de (re)cortes (cut-up) o collage que Genesis utilizó en sus distintos procesos creativos, y que la cineasta usó también para editar la película.

La balada de Genesis… ¿es una cinta de rock? Sí y no. Más bien el soudtrack recoge las quince pistas de los distintos proyectos musicales de Genesis que más le gustan a Losier, “sólo hay dos rolas industriales”, dijo. Es un manifiesto artístico en sí misma, es una lucha encarnizada porque no se pierda la memoria de la vida de un creador y de su compañera de vida, “también es una gran historia de amor”.

Losier recordó en la premiere de su película que Genesis P-Orridge fue un artista muy incómodo “que fue expulsado de Reino Unido, y no se le permitió regresar hasta hace muy poco tiempo”. La prensa de su país lo atacó brutalmente y lo llamó “monstruo sexual” o “hombre tampón”, por su travestismo y porque se atrevió a intervenir fotos de la Reina con falos y huevos; el Consejo de Artes de su país le dio una beca de producción artística, pero después se arrepintió públicamente diciendo “nos equivocamos”.

Ahora la galería Tate de Londres ha comprado el archivo de Genesis en una gran suma de dinero. Se editan sus poemas y libros de arte sobre su obra y vida. El músico sigue dando conciertos y exhibiendo en galerías.

Padre de dos hijas, músico avant-garde, poeta y cantante, Genesis P-Orridge fue amigo del escritor beat William S. Burroughs (1914-1997) y del pintor, escritor y músico londinense Brion Gysin (1916-1986), al que reconoce como “mi mentor”; y una vez que conoció a su doble femenino en un calabozo de Nueva York, se dedicó a crear y a ser “diferente, diferente, diferente”.

Además de La balada de Genesis…, su primer largometraje, Losier ha realizado 15 cortos en los que explora la vida de músicos y compositores como Guy Maddin, Richard Foreman, Tony Conrad y Mike y George Kuchar. Su trabajo se ha exhibido en el MOMA de Nueva York, la Cinemateca Francesa, la Fundación Cartier. Además se desempeña como programadora de filmes experimentales en The Robert Beck Memorial Cinema (Brooklyn, Nueva York).

La balada de Genesis y Lady Jaye se presentará del 8 al 2 de julio, en The Movie Company (San Jerónimo), en la Sala Moliere del IFAL, del 12 al 16 de junio, el CCU Tlatelolco el domingo 10 y del 15 al 17 de junio, entre otras salas. Para consultar fechas y horarios: www.cinetecanacional.net

¿Limusina anaranjada o mercado sobre ruedas?

Por  Andrea Espinosa

Es pasado el mediodía, me encuentro en el andén del Metro Villa de Aragón en espera del convoy, éste llega, abre sus puertas, abordo y de inmediato la mezcla de olores pega de golpe en la nariz. “¡Huuuuag, huele a madres!”  Pienso, “¡qué madres ni que nada, huele a pura humanidad, de la buena! ¡En serio que los humanos olemos peor que animales!”

Como la noche anterior llovió, todas las ventanillas del vagón vienen cerradas ¡y nadie se acomide a abrirlas, aunque la gente venga cocinándose en su propio jugo, nadie se acomide a abrirlas! Aquí, las emanaciones son una mezcolanza de sudores, gases estomacales, perfumes, humores buenos y humores malos. Más malos que buenos sin duda.

Una pareja de novios que viene sentada, va comiendo frutas con yogurt, se lo comparten de manera alternada, dándose en la boca. Nunca he entendido como la gente se atreve a ir comiendo en el Metro con esta clase de olores. ¡Yo no puedo, por más hambre que tenga, no puedo, se me revuelve el estómago! ¿O será que soy demasiado mamoncita?…¡Pero de veras que no puedo!

Voy parada frente al asiento individual en donde está sentada una señora gorda, demasiado morena, pero eso sí, con el pelo rubio, el ceño fruncido ya marcado de fijo en la frente, los ojos con mirada bastante dura se tornan mucho más con el delineado negro y la plasta de rímel, los labios gruesos pintados de carmín al igual que las chapas, contrastan con el amarillo de la blusa que porta y la hacen ver muy grotesca; incluso hasta vulgar. Ella está malencarada y me va buscando la mirada mientras que yo la esquivo. He aprendido que puedes ser agredid@ nada más por mirar insistentemente a alguien… te retan diciendo “¿qué me ves?”  Lo sé porque he sido testigo de ello; además el calor incrementa la agresividad en la gente.

Ahora resulta que tan sólo no se puede pensar libremente, sino que tampoco se puede mirar libremente.

En el otro asiento individual, al costado derecho de la puerta, un viejo libidinoso no quita su mirada de las nalgas de una chavita que está parada de espaldas, frente a él, la recorre de arriba hacia abajo y se detiene en sus amplias caderas. ¡Me caga que los fulanos miren de esa manera! La chava, enfundada en un pantalón estrech blanco, zapatos de tacón y blusa rojos, el cabello negro, lacio y largo le llega a media espalda, es llamativa, el viejo casi babea y hace bizcos al irla recorriendo con su lasciva mirada: la manosea, la lame, la mordisquea, la ultraja, se la coge, por supuesto, todo en la retorcida mente del pinche vejete…y la muchacha ¡ni por enterada!

Hoy es día 28 y se festeja San Judas Tadeo. Así que en la limusina naranja viene un grupo de cinco güeyes que se dirigen a San Hipólito, ¿cómo lo sé?: lucen pulseritas y collares en colores verde y blanco, traen consigo imágenes y estatuillas en diversos tamaños del santo de las “causas difíciles y desesperadas”.

Dos de los chavos portan pantalón verde esmeralda y playera blanca con el santo estampado. A San Juditas le festejan cada 28 de mes, aunque su día mayor es el 28 de octubre. Para mí, que tiendo a ser agnóstica, me parece más bien pura mercadotecnia y moda que ha proliferado entre miles de chavos capitalinos que buscan algo a que aferrarse ante la falta de oportunidades.

En la siguiente estación (Deportivo Oceanía), los pasajeros somos interrumpidos por un pregón…

Ya lo decía mi finado padre  –“La ciudad se está convirtiendo en el mercado más grande del mundo”. Lo dijo hace como 30 años y se refería a los puestos ambulantes que comenzaban a proliferar por las calles, sobre todo en los accesos al Metro. Hoy en día el ambulantaje ya se extiende por el interior de los vagones.

Pero ¿qué les estaba contando?…¡Ahhh sí, lo del pregón del “vagonero”!:

“En esta ocasión te vas a llevar la protección para tu celular, la original, para que no se te raye, para que no se te maltrate la pantalla. Es útil para las marcas Blackberry, Samsung, Sony Ericson, Touch. Además también te llevas una tela de micropore para limpiarla. Sólo te cuesta diez, 10 pesos.

Acabando su perorata , continúa una “vagonera” que a su paso va empujando y pisoteando a la gente:

“Llévese a su hogar la útil lámpara-llavero. Lámpara con luz de halógeno, le vale 5 pesos, además cuenta con pilas doble A incluidas, 5 pesos le vale, 5 pesos le cuesta.”

Los dos “vagoneros” bajan en la siguiente estación (Oceanía) y de inmediato sube una mujer madura que pregona:

“Mire damita, caballero, se va a llevar la deliciosa paleta de raqueta, paleta de chamoy con Miguelito, llévese una por 3 pesos o bien 2 por 5 pesos, es la paleta, paleta de chamoy con Miguelito, es la rica golosina de chicos y grandes, llévese una 3 ó 2 por 5 pesos…”

Y así continúa “la oferta, la promoción…” hasta mi destino (estación Buenavista), la venta de todo tipo de productos “sin gastos de envío” en esta polvosa Ciudad de México, en donde cualquier cosa puede ocurrir a bordo de la limusina-mercado sobre ruedas  color anaranjado “y todo incluido” por sólo tres pesos el boleto.